LAS OCHO CRUZADAS:
Es costumbre decir que hubo ocho cruzadas. Dos de
ellas, la primera y la cuarta, fueron preparadas y dirigidas exclusivamente por
señores ningún rey tomó parte, en ellas. Las Otras seis fueron verdaderas
expediciones reales.
La primera cruzada (1096-1099), decidida en el concilio de Clermont por
el papa Urbano II, y que se señala por la batalla de Dorileo y el sitio de
Antioquía, dio por resultado la conquista de Jerusalén y la creación de un
reino francés en Palestina.
La segunda cruzada (1147-1149), se emprendió para auxiliar a los
franceses de Palestina, amenazados en Jerusalén, tuvo por capitanes al rey de
Francia, Luis VIII el Joven, y al emperador de Alemania, Conrado III. La
expedición dio por resaltado un desastre en Asia Menor: (1149) el asedió inútil
de Damasco.
La tercera cruzada (1189-1192), la provocó la toma de Jerusalén por
Saladino, sultán de Egipto, y tuvo por jefes al emperador Federico Barbarroja,
al rey de Francia, Felipe Augusto y al rey de Inglaterra, Ricardo Corazón de
León. Federico Barbarroja pereció durante la expedición. Felipe Augusto y
Ricardo tomaron a San Juan de Acre; pero Jerusalén quedó en poder de Saladino.
La cuarta cruzada (1202—1204), organizada por los señores franceses y los
venecianos, desvió de su verdadero objeto, o sea Egipto y Palestina, y dio por
resultado la toma de Constantinopla, la destrucción del imperio griego y la
creación de un imperio latino de oriente, que duró casi medio siglo.
La quinta cruzada (1217-1221), dirigida contra Egipto por el señor
francés Juan de Brienne y el rey de Hungría, no dio ningún resultado.
La sexta cruzada (1228-1229), o cruzada del emperador Federico II, ofrece
la particularidad de que el jefe de la expedición estaba excomulgado y que, en
vez de atacar a los musulmanes, negoció con ellos, y obtuvo que los peregrinos
pudiesen ir libremente a Jerusalén.
Las séptima (1248-1254) y la octava cruzadas (1270) fueron las de San
Luís. La séptima cruzada, que tenía por objetivo Egipto, centro de un poderoso
estado musulmán, principió brillantemente con la toma de Damieta. Pero los
cruzados, sorprendidos por la crecida del Nilo, diezmados por una epidemia
mortal, y al mismo tiempo atacados por los musulmanes, se vieron en el caso de
rendirse. San Luis no obtuvo la libertad de sus caballeros sino a precio de
enorme rescate y su propia libertad mediante el abandonó de Damieta.
La octava cruzada o cruzada de Túnez (1270) se terminó por la muerte de
San Luis, atacado de la peste delante de las murallas de la plaza. Esta fue la
última cruzada.
De todas estas cruzadas, la que más interesa y tiene más importancia es
la primera, ya en razón del entusiasmo que Provocó, ya porque fueron numerosos
los que en ella tomaron parte, ya porque fue la única que alcanzó el objeto
perseguido, cual fue la conquista de Jerusalén.
CONSECUENCIAS
DE LAS CRUZADAS
La causa
principal de las cruzadas fue la aparición en Oriente de algunos turcos que
destruyeron el Imperio árabe de Bagdad, atacaron el Imperio bizantino y se
tomaron el Asia Menor, amenazando Constantinopla. Fueron llamadas
“Guerras religiosas” para liberar Jerusalén y otros lugares
santos de los turcos. El símbolo era la Cruz contra una Medialuna representando
el cristianismo contra el islam. El emperador y el patriarca de Constantinopla,
piden ayuda al papa Urbano II, éste solicitó ayuda a los señores feudales para
liberar los territorios. Mientras los árabes dominaban las tierras santas, eran
tolerantes con otras religiones. Cuando fueron sometidos por los turcos estos no
aceptaron otras creencias en sus territorios.
Como
consecuencias de las cruzadas los señores feudales estuvieron mucho tiempo
fuera, por lo que perdieron parte de su autoridad política. Por el contrario,
los reyes al final de la Edad Media fueron cada vez más poderosos.
El sistema
feudal comenzó a debilitarse en la medida que creció el comercio y que muchos
siervos incorporados a las huestes de sus señores no regresaron, provocaron una
crisis de la mano de obra.
Un intenso
movimiento de personas devolvió al Mediterráneo un papel relevante en las
comunicaciones
El comercio
entre Oriente y Occidente fue restablecido ganando gran auge los puertos
italianos de Génova y Venecia.
La economía se desplaza
del campo a la ciudad, que resumen en las ruinas de las antiguas o surge en los
cruces de los caminos hacia Oriente, a las orillas de los ríos, en los lugares
propios para que las expediciones pernoctaran. Una actividad abandonada el
comercio con la moneda como vehículo, vuelve a ponerse al día. Ese comercio
transpone los límites de la ciudad, pasa a ser actividad principal tanto en el
mercado como en las ferias regionales y se desarrolla entre Europa y Orienta.
BIBLIOGRAFÍA:
(Referencia “Texto para el estudiante Estudio y Comprensión de la Sociedad,
año 2008)
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